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Prejubilación y Jubilación

En la etapa inicial, el cese laboral provoca un shock, una quiebra de la identidad de la persona construida en buena medida sobre su relación con el trabajo. Ello puede convertirse en un proceso vital muy traumático si este profundo malestar inicial se cronifica en el tiempo.

 

Los factores que de modo más decisivo juegan en el agravamiento de este trauma, son: a) la forma en que se produjo su cese laboral, de manera voluntaria o involuntaria; b) el modo previsto o imprevisto; c) la edad, considerando que se genera un mayor impacto cuanto más joven es la persona en el momento del cese y; d) el grado de reducción de su nivel de ingresos.

 

En la etapa de asimilación se atraviesa por una situación de duelo, que es necesaria para poder elaborar lo que significa la pérdida del estatus laboral y lo que esto conlleva a nivel psicosocial, económico y de relaciones personales/familiares.

 

En la tercera etapa de proyección hacia el futuro, las personas prejubiladas se enfrentan al reto de incorporar nuevos roles, muy distintos a los que venían ejerciendo en el mundo del trabajo. Aquí se observa que interviene, como factor decisivo, la capacidad de cada persona para poder asimilar este cambio. Los propios recursos y habilidades personales/sociales desarrollados durante su vida activa juegan un papel muy importante. Asimismo, resulta también determinante el modo en que reaccione el entorno familiar y social ante la nueva situación de uno de sus miembros.

 

Respecto a las expectativas de futuro, detectamos dos actitudes básicas: 

 

Una participativa y otra individualista. 

 

La actitud participativa y entusiasta contribuye a generar una respuesta que facilita la integración familiar, social y comunitaria.

La actitud individualista está marcada por la insatisfacción y tiende a dificultar la creación de una alternativa potencialmente superadora.

 

El trauma será más fuerte y es más difícil su adaptación al cambio si el trabajo representaba una parte muy significativa de la existencia de la persona; si ha sido el centro alrededor del cual se había construido su identidad; y si éste se había constituido como el principal ámbito de socialización, desarrollo y valoración personal

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Dado que el trabajo constituye también un factor importante en la organización y distribución del tiempo en la vida cotidiana, la salida del empleo suele desestructurar el estilo de vida de las personas y abre un «vacío», lo que supone un reto para una nueva distribución del tiempo libre actual.

 

Cuando las relaciones sociales y de amistad que se tenían mientras eran laboralmente activos/as estaban sostenidas por lazos afectivos y afinidades personales, los vínculos establecidos no suelen modificarse y pueden servir de apoyo para superar el momento.

 

Por el contrario, si estas relaciones han girado exclusivamente en torno al trabajo, el pase del trabajador/a a la condición de prejubilado/a o desvinculado/a suele generar un aislamiento, una importante disminución de su actividad social.

 

Por otra parte, la merma de los ingresos puede resultar un freno para continuar con el estilo de vida exigido por ciertas relaciones sociales y/o para crear nuevas, sobre todo si éstas generan gastos difíciles de asumir para la persona prejubilada o desvinculada.

 

El papel que juega la familia es muy positivo cuando, ante el cese de la vida laboral, arropa y ayuda a la persona prejubilada o desvinculada a superar el fuerte impacto inicial, y en la búsqueda de nuevas formas de vida. El papel de la familia es negativo cuando no funciona como apoyo y refugio sino que es un factor que agudiza el impacto emocional.

 

De los discursos emergentes en los grupos e historias de vida se infiere que los hombres suelen ser los más afectados por el cambio, y los que más suelen verse en la situación de tener que aprender nuevos roles, especialmente en el hogar.

 

Los aspectos más relevantes que influyen en el nivel de satisfacción y adaptación a la nueva situación son: el papel del entorno familiar, la importancia de la salud, el nivel de cualificación y el tipo de ámbito urbano o rural en el que se vive su actual situación.

 

Con relación al tiempo liberado, pueden producirse dos situaciones. O bien la de un vacío paralizador («no saber qué hacer con tu vida») o bien una vivencia de completitud, de realización a través de actividades que el individuo asume como oportunidades de desarrollo personal o incremento de su calidad de vida: («hacer aquello que mejor me sienta», «hacer aquello que no siempre he podido hacer»).

 

Ojo con que otro de los aspectos problemáticos que surgen en esta etapa es el aumento de preocupación por la salud. Un aspecto que resulta preocupante es todo lo relativo a la emergencia o cronificación de patologías que limitan la calidad de vida.

Esta mayor preocupación por la salud abre un campo de oportunidades en tanto se convierte en una vía para cultivar la autoestima a través del propio cuerpo, y ganar calidad de vida, ya que mantenerse física y mentalmente activo es igual que mantenerse en un estado saludable.

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Perfiles de personas prejubiladas

 

Se han detectado diversas tipologías de las personas prejubiladas que se identifican con las siguientes actitudes y perfiles:

 

a. Las personas que perciben la prejubilación como una oportunidad para desarrollar otros proyectos alternativos de interés: crean nuevos proyectos y suelen recuperar los que tienen pendientes. Suelen presentar además un nivel de cualificación alta e ingresos similares a los que percibían en activo.

 

b. Las que se refugian en la familia: sustituyen las tareas propias de la actividad laboral por otras de carácter más familiar: promueven los lazos familiares y se ocupan de la familia y de las personas mayores.

c. Las personas prejubiladas emprendedoras: perfil que afecta también a las desvinculadas, pone de relieve la necesidad de ayudas o subvenciones por parte de la administración para mantenerse activas.

 

d. Las que perciben la prejubilación como una pérdida de calidad de vida: debido a la merma de sus ingresos, disminuyen sus actividades de ocio y tienden a aislarse perdiendo interés por nuevas alter- nativas que reemplacen las anteriores.

e. Las que viven en un entorno rural: tienen la facilidad de integrarse en actividades comunitarias o particulares.

 

f. Las que no se desvinculan de la empresa manifiestan una actitud de apego a la empresa y no renuncian a continuar la relación con excompañeros/as y a ofrecer sus consejos. Es un perfil muy minoritario.

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LA UNIVERSIDAD como opción.

 

 

La Universidad de Vigo ofrece un proyecto educativo, en los tres campus dirigido a la población adulta de más de 55 años sin necesidad de titulación previa. El programa para Mayores de la Universidad de Vigo pretende favorecer la incorporación de la población de más de 55 años a la vida universitaria, a través de programas de formación paralelos a las enseñanzas regladas en Pontevedra, Ourense y Vigo.

 

Desde el punto de vista de nuestra propia experiencia personal podemos aportar que cuando decidimos matricularnos, entre otras razones, fue para mantener la mente ocupada y en constante entrenamiento. Eramos conscientes de que mantenerse activos mentalmente, resultaba fundamental si queríamos afrontar el paso de los años de una manera saludable. Pero luego descubrímos muchas otras ventajas que me nos han convertido en uno convencidos estudiantes séniors que han encontrado en la Universidad renovadas ilusiones.

 

Para tu información os adjuntamos enlace informativo donde puedes encontrar mas información sobre la convocatoria de matrícula, organización de los estudios y lugares.

 

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https://www.uvigo.gal/estudar/acceder/programa-maiores

 

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